Un escritor estaba en su casa de playa escribiendo una novela.
- Sólo me falta el final… pero… ¿qué ponerle, cómo puedo acabar esta historia?
Todas las mañanas, el escritor, para inspirarse, salía a pasear por la orilla antes de empezar su trabajo.
- ¿Qué será aquello que se mueve?
A lo lejos, un joven parecía estar bailando... Corría hacia el mar, levantaba los brazos, daba la vuelta y volvía a repetir el movimiento una y otra vez.
- ¿Qué estará haciendo ese muchacho? Iré a ver…
El escritor caminó hacia el joven y vio que estaba recogiendo algo de la arena y luego lo echaba al agua.
- ¿Estrellas de mar?
Ya más cerca, observó que el joven tomaba estrellas de mar y corría hasta el agua para arrojarlas tan lejos como pudiera.
- Buen día, muchacho. ¿Qué estás haciendo?
- Salvo estrellas de mar.
- ¿Cómo que salvas estrellas?
- Sí, la marea de la noche las bota aquí en la arena. Cuando amanece, yo las devuelvo al mar, antes que el sol las achicharre y se mueran.
- Pero eso no tiene sentido, muchacho. En estos momentos debe haber miles, millones de estrellas que quedaron fuera del agua.
- ¿Y?
- ¡Jamás podrás salvarlas a todas!... No tiene sentido.
El joven se detuvo sólo un instante, miró la estrella que llevaba en la mano, giró, y con un movimiento parecido a un baile, la devolvió al océano. Luego, le dedicó al escritor su mejor sonrisa…
- Para esa estrella… sí tuvo sentido.
El joven, entusiasmado, continuó la tarea. El escritor movió su cabeza, completó la caminata y fue a continuar su novela. Sin embargo, algo lo inquietaba, lo distraía…
"Para esa estrella… sí tuvo sentido".
A la mañana siguiente, muy temprano, unos pescadores vieron con asombro a dos personas, una mayor y otra más joven, que parecían bailar junto a la playa... Corrían hacia el mar, levantaban los brazos, daban la vuelta, y volvían a repetir el movimiento una y otra vez...
PIENSA GLOBALMENTE, ACTUA LOCALMENTE
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